Alo Marhaba
Marjayoun – Eb el Saqui, una tórrida mañana de julio:
Han pasado ya quince días desde mi llegada al Líbano, hasta el momento la experiencia está siendo más que satisfactoria.
Beirut lo pude ver la primera noche, en la madrugada del domingo al lunes nueve de julio, la verdad es que desde el aire es impresionante, por fuera parece una gran ciudad europea, con hoteles de lujo, franquicias de comida; en determinadas zonas del dentro es dónde suele haber un poco más de tomate.
De Beirut hasta la base fuimos en autocar, tardamos unas tres horas en hacer el camino, el sol y nuestros compañeros de la primera rotación nos daban la bienvenida a eso de las cinco y media de la mañana.
Ya me he ido acostumbrando al calor, también a que a las seis ya sea “muy de día” (aprovecho para correr un rato) y que a las siete de la tarde haya que ponerse algo encima porque refresca, a esas horas también es de noche, las seis en España.
Las horas van cayendo muy rápido, gracias en parte a la bendita rutina, al gimnasio, a las clases de inglés, de árabe (no es complicado) y al ambiente de trabajo que hay en la CIA, los que queríamos estar juntos nos hemos ido encontrando, además hemos coincidido un número importante de Ingenieros de la Unidad de Zapadores de Montaña de Huesca, estamos como en casa.
Es una experiencia de contrastes, para comparar lo que sale por la tele con lo que se vive día a día en la calle; tengo la suerte, por mi puesto, de salir bastante y contactar con los civiles de aquí, a los Españoles nos quieren mucho y nos aprecian, la imagen que tienen de nuestro país es muy grande, más allá del fútbol; y en estos tiempos de dudas y de zozobra económica, esto nos sube bastante la moral.
Por cierto, he encontrado un Corte Inglés en Kleyaa, asombroso.
Estamos inmersos en pleno Ramadán, os puedo asegurar que acostarse con el sonido de los minaretes llamando al rezo de la noche es algo impresionante.
Por ahora la misión va bastante bien, todos los días se aprende algo nuevo que exportar a la Hura y a la Zoiti; el dinero, tarde o temprano se termina, lo que queda es la experiencia de pasar unos ciento y pico días en un país con dieciocho confesiones diferentes, conviviendo en una base con compañeros de siete nacionalidades distintas.
Comentarios
Lo mejor de todo es ver que estás disfrutando de una experiencia de la que otros no harían más que quejarse...
Oss!!