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Mostrando entradas de mayo, 2013

Echa una carrera al sol

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Las ocho y media es una hora estupenda para echar un pulso a lo imposible, vencer al sol, bendita locura. El día entonaba el adiós, la victoria estaba en lo más alto, el que primero llegase a ver todas las azoteas ganaba. El hombre contra el devenir natural del cosmos. Con correr un poco más rápido esa tarde valía, pero no. Mientras la luna se acercaba por la derecha, en el suelo iban surgiendo un sinfín de seres extraordinarios. Esa era otra de las condiciones, el humano tendría que llevarlos consigo hasta el cerro. De un suelo de color verde con sabor pica pica, brotaron dinosaurios gigantes, dragones de papel, mariposas... El cielo era de cuadros rojos y azules, esa tarde llovieron letras desde un bote gigantesco, incluso muchas flores, de hecho hay quién dice que pasó volando un iceberg mientras se deshelaba. Benditas locuras. Poco quedaba para llegar a lo más alto, el suelo y la ciudad a sus pies. Así, con ese inmenso morral cargado de los personajes más variop

Vértigo

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Por enésima vez volvía a asomarse a la terraza del undécimo piso. "No mirar atrás, ni tampoco abajo" - se repetía mientras tensaba la eslinga que le separaba del vacío. Días atrás, en intentos anteriores, las caídas habían sido de lo más variopintas. La que más dolió fue la segunda, duró casi ochocientos kilómetros. Con el estómago del revés por los nervios, subió el banzo que separaba la realidad de lo imposible. "Esta sí es la buena, esta sí" - pensaba. Y así, paso a paso, centímetro a centímetro, fue dejando atrás el saco de miedos y de vértigos. El viento soplaba a su espalda, haciendo volar las páginas más oscuras de su pequeña biografía. Delante, apenas una ligera brisa, que mecía levemente el pensamiento y su andar. Hacía unos cuántos metros que no existía el miedo. Segura, con la pisada tan fuerte como la de un dinosaurio pero con la agilidad de una bailarina, hizo de la cuerda una amplia avenida. Los vértigos desde ya, eran paseos. ***