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Mostrando entradas de agosto, 2020

Veranos de 40 dólares

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-¿En serio? -El qué... -Pues hombre, pagar 40 dólares por una foto de Los Girasoles... -En Los Girasoles siempre es verano. -Por favor, 40 dólares, eso es la compra de una semana. -En Los Girasoles, siempre es verano, insisto, Luanne, por favor. -Y si te asomas a la ventana un 3 de julio o un 15 de agosto también es verano, es más, es muy veranito, listito. La verdad es que los dos tenían razón. En Los Girasoles siempre es verano. Y si te asomas a la ventana un 15 de agosto, también. Luanne se resiste al almíbar, pero es incapaz de vencer a la cara de tontaina que le sale cuando se acuerda de esa fecha. El otro se pone de colores, generalmente rojo, tono vino tinto. Y la verdad es que bien. Siempre es verano para quién recuerda con una sonrisa lo que haya pasado en según que días. Está bien eso de gastar unos dólares en Los Girasoles, para cuándo venga la nieve y sea de noche ahí afuera, mirar la foto e inmediatamente viajar a mediados de agosto. Si lo piensan, no

A tus aguas de plata

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Contadme otra vez como es ella. Que no. Que no me lo creo. Las sirenas. Y otros cuentos de hadas. Como la historia esa del ama del río. Contadme otra vez como es. Que empiezo a pensar que tus ojitos no mienten. Y cuando me asomo a ellos. Tus dos océanos para mi. De bahia en bahia. Dame la mano, Que tengo una barca en la mar salada, Que te llevo hasta el sol que quieras, Con la Luna a ti amarrada. Que te llevo, Que cierres los ojitos, Que te beso y te pinto el alba, Aunque te susurre en la noche, Que bendita tú en la madrugada. Dame la mano, Que en esa estrella tengo una barca, Que te he bajado el lucero, Para pintarte esmeraldas. Y que cielo el que me pintas, Cuando paso por tu espalda, Mis dedos oliendo a mar, Tú, mi tacita de plata. Vamos a soplar juntos, Con mucha fuerza, Con ganas, Que si tu quieres, ojitos, Empezamos este camino, Con las manos enlazadas.

VertiGO

-Pues no lo entiendo -Pues es bien fácil -Pues para ti -¡Vale! ¡Mia! En casa de los Kowalsky tenían una sola misión. Pero vayamos a unos miles de años atrás, cuando la segunda Nueva Era. La Fundación, después de haber reconstruido lo que buenamente pudieron de la antigua Tierra, designaron a unas cuántas familias repartidas por el mundo para volver a poblar el plantea con recuerdos. Con conocimientos. Palabras. Sabores, olores... Canciones, animales. Árboles y colores. Todo. Recuperar todo. Así, en Nuevo León, la familia Uribarri devolvía a la humanidad todos los sabores del mundo desde México. Los animales, todos, salían de una cajita que tenia Anneta Snöi en su casita de Bergen. El Arco Iris lo guardaban los niños de la familia Bayebaye, dentro de un Baobab Entre unas pocas familias, iban asegurando el nuevo despertar de la vida. Las palabras, Todas. Todas las palabras, se volvían a forjar en el número 20 de Queens Bate, en Candem. Henry y Prince Kowalsky

Paseo de los melancólicos

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Que no, que no me voy. Que yo me quedo. Y ya puede cantar fuerte el Levante, Ya puede estrujar el estrecho al viento, Y sacar el huracán de una brisa. Que yo me quedo. Que mi barca, No tiene remos, Y con la vela te monté el cielo. Barquita, que no te vas. Que te quedas conmigo. Que yo me pongo de puntillas en las olas, Y te ato bien fuerte al Dios de la bahía. Dime que luna te gusta, Que se la pido a las olas esta noche, Pídeme un sol de agosto, Que te lo pinto en la arena. El sol de los poetas, La luz de los melancólicos. Cuándo el verano empieza a pedir ya la cuenta, Que calienta poco, ¡Pero tanto ilumina! Y dile a la Caleta que yo me quedo, Que sople, y que sople el viento, Que yo no me muevo, Tu sal será mi tumba, Y en tu mar yo seré eterno.

De canciones y frutas

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Recuerdo como esa noche de sábado no hubo héroes.  Ni mujeres de verde.  Bueno, pero de vez en cuando se oía... ¡Qué Electricidad!  ¡Vaya conexión!  Y tu bailando Bailando, bailando...  No eres mi fruta favorita,  Aunque el rato aquel en la piscina me supiste a Copacabana.  Tu voz, zumo de fruta y café.  Con los pies en el agua fresca.  Y el tiempo pasaba.  Por momentos corría.  ¡STOP!  De manera súbita,  En esa noche de Bohemia,  Cien grados a la luz de la Luna,  Las manecillas se pararon a las diez y diez.  O a las once y once, no sé.  Ni siquiera sé si era julio.  Del dos mil veinte o de mil novecientos noventa y nueve.  Sólo sé que estaba fa.  Fa fa.  Fascinado con ese incendio de nieve.  Y al día siguiente,  Aún con el reloj en fase REM,  Se hizo un domingo.  Astromántico.  Poco ha cambiado,  Ni tampoco la física moderna, capaz de hacernos coincidir.  Incapaz de descubrir el ictus del reloj.  Y aq

Porta Caeli

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Siempre me has preguntado sobre todo lo que te guardo. Sobre lo que muestro al amanecer. O lo que te enseño cuando estás en esa fase de duermevela en la que yo me subo a lo más alto y pinto a la luna. Para ti voy a ser siempre el enigma más bello. La pregunta eterna. Con la respuesta en la punta de los labios. Pero no. No, nunca. Guardo mi secreto para los siguientes millones de años de humanidad. Moriré. Naceré. Volveré a implosionar. Y así eternamente, creando vida y destruyéndola una y otra vez. Y tú. Tú seras mi creación imperfecta. Siempre dudando, con ese ansia siempre despierta por conocer y saber más allá. Volverás, en forma de cosmonauta, con ese traje tan ridículo... Volverás a poner tus pies terrenales en la Luna, en Marte...quién sabe si en Ceres o en la segunda estrella más brillante de la constelación de Sagitario. En la Tierra pensarán que has descubierto todo sobre mí...ay...sois tan básicos cuándo os veo desde aquí arriba... Y cuándo digas q

Paradox

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No. No te engañes. No es mi mejor obra, ni por la que voy a ser eterno. De hecho más de una y de dos veces pensé en darle de comer al fuego con esta pintura. Está bien, sí. Tiene colores, personajes surrealistas haciendo hipérboles. Me atreví también a pintar al mismo Creador. Pero no, no es mi mejor obra. No la entiendo ni yo. Pinté el jardín en dos madrugadas. Una tardé en darle luz al paraíso. Y el negro del infierno me duró apenas tres horas. Fueron los peores días de mi existencia. Y qué malos son los recuerdos. Y qué jodido es el cerebro. Las voces mi padre y de mi madre discutiendo sobre si yo tenía o no que ser pintor. La mano de mi padre marcando mi cara día tras día. Mi madre limpiando la sangre que corría a borbotones por mis mejillas con sus lágrimas. Miedos y fantasmas me visitaban (y me visitan) día tras días. Detrás vienen los seres de luz en una especie de balanza gigante, como en Libra. Creo que gracias a eso aún no me he abrazado al vacío co

Café en la luna de agosto

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- Sí, dígame caballero. - Disculpe, ¿pero este café de dónde viene? - ¿No le ha gustado? - Al contrario, está exquisito. - Oh, muchas gracias caballero, la verdad es que Philipe tiene una mano de cristal tostando café. - Sencillamente brillante. - Ah y también el producto, viene desde Colombia, dos veces al año, a bordo del Sucre. - Por favor, tenga y dele esta nota a su compañero Philipe. "Escribo estas letras que eran grises al compás del humo de este café. La noche es fabulosa, hace un agosto estupendo en estas coordenadas, estaremos a unos veinte grados aquí en la terraza, apetece ponerse una chaqueta y seguir escribiendo desde mi dudosa atalaya. Al remover la cuchara en la tacita he despertado el aroma y el olor de los recuerdos, sabor a hogar mientras el humo de este café caliente colorea letras, cabeza y corazón. No sé como explicarlo, solo le digo amigo o amiga, que gracias por insuflarme este bendito y oscuro suero de la vida. Un sorbo me devuelve a mi

Palomas a la Bahía

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Nadie antes había pintado Cádiz como Antonio "El negro". En su eterna oscuridad, de ahí el mote que le pusieron sus compadres, era capaz de pintar la magia sólo con tocar. Sólo con oler. Era eso, era la magia. El encanto de la bahía. De las Calesas a la Paz. Parada en Santo Domingo, que hay que ver a la Señora. Era pintar Cádiz, su "Caí" tan sólo con escuchar el romper de la ola. Y al susurro. Y a la envidia, que las estrellas querían también bajar a iluminar sus tinieblas. Que se ponía en el paseo, que sacaba la acuarela, que subían las olas a besarle la cara. y que bajaban los pajarillos a dormirse en su cabello. Que al mirar al cielo, de sus ojos mariposas, al cielo de Cádiz, en el azul más hermoso que sólo él adivinaba. Y ese pincel mirando a la bahía, alegre y al mecer de la brisa, palomas alzando el vuelo, palomas mar adentro, id y contad que está pintando. id y contad que hoy hay magia. id id y contad que en su eterna oscuridad

Ego sum

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¿Y yo qué hago aquí? ¿A dónde ir? Ven Vamos, ven Más cerca No, no puedo. Dudo. Dudo siempre. Dudo de todo. Todo es una cuestión. Vivir sin certezas es una de mis verdades. Es una paradoja. Por más que me identifico todas las mañanas. Por más que toco mi frente. Mis mejillas. Me toco las manos. No veo a nadie delante. ¿Qué hago? ¿Dónde tengo que ir? ¿Quién guía mis pasos? Por más que miro. Por más que intento encontrar. Nada, solo el madero. La vista a lo alto. Sólo tú. Sólo tú.

Melocotones al alba

No me digas que no te quedan más agostos. No te creo. Dime de verdad que no queda sal en tu ría. Que no nace más trigo cuando ríes. Que no sabe mejor el melocotón cuando besas. Te quedan agostos. Tantos como los pasos que hundes en la arena. Primero un pie. Luego el otro. Y tu rastro, borrado al compás de la marea No me digas que no te quedan más agostos. Tú, Con tu cara que es el lienzo del verano, Con tu barquita que lanzas al agua al andar, Y ese campo de oro tu corona. A ti, Que te cantan los segadores, Su espiga de oro. Que te cantan los marineros, A su reina de los mares. Que te escriben los poetas, A su verso jamás soñado. Que en Nápoles la música, Rompe a rabiar de dulzura cuando te ve atardecer. Que si. Que te quedan agostos. Que quedas tú.