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Mostrando entradas de septiembre, 2010

VERANO DE LA CEBOLLA

De este momento hace ya muchos más que pasaron, hace dos... tres años... no importa el cuándo, la verdad. Una noche de esas, en las que haces velas, el calendario te tiene preparada unas cuántas, una en primavera, dos en verano, más o menos... más o menos... Se juntaron Serrat y Andreu, en la onda media, hablaron,                      de aquello,                                            de lo otro,                                                                   de esto,                                                                                    de eso. Y "el noi", se armó con las cuerdas, y disparó  al aire, una salva de versos  de Miguel Hernández. Los mejores, del mejor, por el mejor. Poesía para tomar café y mirar atrás. Adiós verano asqueroso. Hola estupendo otoño.                              La cebolla es escarcha                                     cerrada y pobre.                                     Escarcha de tus días                            

ME CAES MAL

Una frase lapidaria, que suena no del todo mal si te la dicen de tú a tú, lo normal es encontrártela en forma de "le caes mal". Ay...que sería de nosotros sin esos portavoces (sarcasmo) Es una de las situaciones que nos causan malestar, el saber que no somos agradables a los ojos de alguien. El saber que no somos del todo perfectos puede llegar a tambalear nuestra autoestima, si nos pilla con las defensas bajas. Notamos inmediatamente el roce con la frialdad de la otra persona, activamos nuestra luz roja y suena la sirena que nos indica que algo hemos hecho mal. El siguiente paso es de manual, acercarse a la persona con sigilo y suavidad, consiguiendo reforzar la hostilidad para con nos, justo lo contrario que pretendemos. La química de las relaciones es muy compleja. Es entonces cuando entra en juego nuestra espontaneidad, la naturalidad, el ser veraces con nosotros mismos, fieles a lo nuestro. Ser esclavo del que dirán es síntoma de una baja autoestima, no se acetpan re

DIARIOS DE LA MISERIA

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Soy patético y me llamo Matías Sacci. Primero va la condición y después va mi denominación, es así desde hace diez años. Qué importa lo que ponga en la cartilla. Llamarme de una u otra manera no va a cambiar nada en absoluto. Mi vida, vivir para mí es una joda. A ver si llueve hoy un poco. Mido alrededor del metro ochenta de estatura, mi peso está muy por debajo de lo recomendado por mi médico, de ahí que todos los días sufra uno o dos devaneos. Anemia creo que lo llaman, anemia que llega a la amnesia. Ese estremecimiento de mi cerebro cuando se enfrenta al vacío y golpea la loneta. Es más agradable que el más duradero de los orgasmos que haya contemplado alguna vez. Creo que no tengo hijos, y si los tuve, seguramente habrán huido junto a su madre, que no mi mujer, en otra vida fui un mal padre, jugador y pendenciero, todo me daba igual; yo soy porque existo, lo que existan los demás no tiene importancia, cuando tenga problemas yo mismo saldré en mi auxilio, no p

EL CAMPO DE LA VERDAD

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Prometo volver todos los días que vuelva a Valladolid, aunque, cada vez que vuelva, volveré a morirme un poco más. Paseos de jueves en el Campo Grande con la mujer del diván , en busca de los rincones que no aparecen en las guías, como no están, los inventamos, a nuestro gusto, forma y sabor. Inventario de patos y patitos a finales de agosto, creemos que están todos. Control y seguimiento de la exclusiva dieta que ha de seguir un Pavo Real, comensal muy sibarita, que hace gala de su apellido. La imagen que ilustra este texto es una bella poesía. Las caras de los padres, los ojos platiformes de los más pequeños, atendiendo todos a los cuentos de este marinero de secano. Nos hacemos mayores,  pasa el tiempo en la barca, aunque no veremos nunca el agua... Él sigue ahí, tu alegría es melancólica, pensabas que ya era una leyenda perenne convertida en árbol a la orilla del lago, abrazando la barca con sus ramas; y sigue ahí, deleitando con sus cuentos de lobo de mar, a niños

REFLEJOS

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"He aquí mi secreto,  que no puede ser más simple :  sólo con el corazón se puede ver bien;  lo esencial es invisible para los ojos."   El principito Dice la mujer del diván que, se nos da bien pensar en cosas etéreas, hablar del yo de los espejos es etéreo. Nuestras vidas pasan por los cristales; de pequeños, ensimismados con los escaparates de fantasía; crecemos algo más, cambiamos los juguetes por lo último del panorama musical, el libro que acaban de traer, o las novedades de ese diseñador, deseos y anhelos de los que nos separan una simple transparencia. Pasa el reloj, y la duda nos atrapa en el momento en el que nuestro cuerpo queda atrapado en un espejo, reflejando nuestras virtudes y nuestras miserias guardando una proporción áurea.  Contemplamos nuestro ser y nuestro alma, sorprendidos, decepcionados, expectantes, contentos, en definitiva, una amalgama variable de sensaciones. Ese momento es la perfección de lo etéreo, en el que, sin quererlo, nos empezamos a p