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Mostrando entradas de junio, 2010

Eones

He perdido la cuenta de las vueltas que le he dado ya al café, es más, he perdido la cuenta de los cafés que llevo, ¿diez, cien, mil?, no sé, pero no me importa, aún caerán más. ¿Días?, ni idea, también hace tiempo que se me olvidó abrir la agenda, además, he tirado el reloj, no tengo ninguna prisa. Me siento observada, pero lo acepto, yo también miraría a alguien que lleva casi en la misma posición unos cuántos días. Veo las mismas caras todas las semanas, pero con diferentes corbatas y otros vestidos. Ellos me miran a mí y yo a ellos, es un pequeño juego de miradas poco discretas pero consentidas. Me he hecho amiga de Braulio, el de la cafetería, todos los días me pregunta lo mismo. -¿Vendra hoy? -¡Seguro! Pasa otro día y otra estación, pero yo sigo esperando frente al andén 17, porque sé que hoy vendrá. ****** (sonríe y espera P.)

Soleares

Fotografías en letra del último sol de primavera. El siete. La historia se repite, una escena desoladora, al empezar a caer el día te paras en la penúltima estación antes de llegar a las montañas, no hay nadie, las estaciones de domingo suenan a triste. Final. El tren aminora su marcha por problemas técnicos, lo que te permite contemplar un estupendo sol de primavera, que por aquello de ser el último brilla con toda la fuerza guardada desde marzo. Los días pasan lentos, al ritmo que quiere el maquinista, tú te pegas en la ventana, intentando alcanzar el horizonte y acompañar al sol en su final. Flores en el ocaso. Son casi las diez de la noche del último sol de la primavera, que ya se despide entre trinos. Se oculta el día veinte entre los Mallos de Riglos, dibujando en el cielo una suerte de nubes de diveros colores, tienes la suerte de contemplar las flores del edén. Las once de alabastro. Mañana será verano, la noche ya es dueña y señora del cielo, a pocos metros de ti, la campa

La número dos

En algún lugar de San Lorenzo, 17 de junio de 2010 Te quiero, la quiero, es igual, es lo mismo, sí, tenía que empezar así esta carta dirigida a quién sabe, pero que necesitaba escribir, un año como este bien merece unas líneas. Pues eso, doce meses, casi doce meses fabulosos que ya empiezan a hacer la maleta para volver a la meseta. Dejo aquí muchas cosas que me traje en su día desde Valladolid, ahí quedaron, ahogadas en las aguas del Cantábrico, y a cambio, la brisilla marina me ha dado otras que me llevare de vuelta a casa. Y en la carrera, pues estupendamente, no tiene nada que ver lo de aquí con lo de Pucela, sí, es importante, pero me quedo sobre todo con los sobresalientes que he sacado en "pensamiento" y en "estado del alma". Por ahí por mi mente pululabas tú, sí, ha sido un año a veces complicado, la distancia es lo que tiene, pero mira, ya estamos a junio, ya hemos matado el tiempo y hemos roto los relojes que nos separaban físicamente, sólo eso, en el pl

La tierra con nombre de vino.

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Racimos de palabras al paso por La Rioja. La viña del cielo Dejas atrás Zaragoza, con una lluvia titánica siguiendo tus pasos, está todo gris, la penumbra ha colonizado el día, pero un haz de luz guerrero consigue atravesar una nube distraída, iluminando una pequeña porción de tierra, ahí es dónde Dios planta su viña celestial. Río Ebro Logroño te recibe con más agua, está todo empapado, el Ebro sonríe cuando te detienes a contemplarlo, está agusto, para él es como si estuviera en casa. Los cruzaditos Recreamos la toma de Logroño por las tropas galas allá en el año 1521, una de las actividades está enfocada a los guerreros más pequeños, enseñándoles la vida en un campamento medieval, durante unos minutos temen la venida de un dragón. Manos de árbol Conoces a Fermín, campeón del mundo de pelota vasca, un deporte para valientes, que consiste en golpear una pelota de madera contra una pared, te fijas en su cara, testigo del paso del tiempo, te despides de él con un fuerte apretón