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Mostrando entradas de marzo, 2011

El día de las flores

Anoche su madre no bajó del todo la persiana. Las primeras luces del sábado fueron desvelando poco a poco los colores de la habitación de Daniel; la bruma dejaba paso al azul de las paredes, habitadas por los los habitantes de los mares, gracias a unas divertidas pegatinas de vinilo. La luz del sol destapó la inmensa caja roja de juguetes que había a los pies de la cama, un cajón dónde todos los días es fiesta, por el suelo aún quedaban los restos de la noche pasada; superheroes y plastilina, protagonistas de uno de tantos cuentos que salen de las manos del pequeño de los Mainar. A punto de dar las diez, con un par de cariñosos cachetes en el culo, Daniel se fue desperezando y dando los buenos días al primer sábado de la primavera. No eran ni las once menos cuarto cuando padre e hijo estaban ya en el coche rumbo a la piscina. Daniel no es un niño miedoso; era curioso ver como en ese cuerpecito de no más de un metro de altura, cabían ya unos cuántos moratones, recuerdos de las

Variaciones Goldberg

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-¿Es nueva?-preguntó Mathieu. -No, ¿qué lees?. - Pues suena estupendamente. No había nada en el diario. -Nada en especial, ¿qué hora es? -Las siete y cuarto, ¿qué quieres cenar?. -Nada, no tengo mucha hambre, bajaré a tirar la basura y estiraré un poco las piernas. -Como quieras. Jueves de marzo, aún hace frío ahí fuera, pero no mucho más que en la habitación. Hace dos años, eran dos jóvenes entusiastas y enamorados, frescos y de colores. -¿Te imaginabas la vida así? ¿queríamos esto? - preguntó él. El rubor salió del piano llenando toda la sala. -Sinceramente, no. ************* E.Hopper-Room in New York

Conjuntos singulares

En los cascos sonaba la número quince, hacía juego perfectamente con el paisaje, al que le quedaban unas pocas horas de sol. Ironías... se embarcaba por la misma carretera, hacía el mismo destino, en fechas idénticas pero con paradas finales contrarias. Otra vez un sábado en la carretera, los días escogidos por los sociofóbicos para encontrarse con otros alérgicos al tumulto. Todo sabe diferente, todos suena distinto a un viernes o a un miércoles. Los caminos en sábado son barrizales, no se hizo el sábado en el manual de la vida para malgastarlo en la carretera. Eso pensaba él año tras año, pero necesitaba juntarse con ese binomio de las horas y el calendario para darse un baño con sus semejantes del sanatorio sociopata. Luego volvía a sus quehaceres con una dosis de realidad. Tocar el barro y el suelo para poder pagar el crédito de vivir en el cielo. ¡Hasta el año que viene! - dijo al abrir la puerta de casa.