Marjayoun – Eb el Saqui, una tórrida mañana de julio: Han pasado ya quince días desde mi llegada al Líbano, hasta el momento la experiencia está siendo más que satisfactoria. Beirut lo pude ver la primera noche, en la madrugada del domingo al lunes nueve de julio, la verdad es que desde el aire es impresionante, por fuera parece una gran ciudad europea, con hoteles de lujo, franquicias de comida; en determinadas zonas del dentro es dónde suele haber un poco más de tomate. De Beirut hasta la base fuimos en autocar, tardamos unas tres horas en hacer el camino, el sol y nuestros compañeros de la primera rotación nos daban la bienvenida a eso de las cinco y media de la mañana. Ya me he ido acostumbrando al calor, también a que a las seis ya sea “muy de día” (aprovecho para correr un rato) y que a las siete de la tarde haya que ponerse algo encima porque refresca, a esas horas también es de noche, las seis en España. Las horas ...
Ahí, ahí es dónde la meseta se lo toma muy en serio, al norte y al sur, un mar de trigo envuelve toda nuestra llanura,, y el cielo, muy alto siempre, y es que los hombres de la siega no dejan de mirar arriba. Ahí, ahí es dónde el frío hizo el doctorado, y el Pisuerga, testigo de esos besos lanzados desde el puente Mayor. Ahí, dónde Delibes escribía a la solana y a la milana bonita, y Conchita Velasco nos volvía a todos muy ye-yes. Valladolid, con sus calles en mitad de las iglesias, que das un paso y aparece un crucifijo, si das dos, un Monte Calvario. Valladolid, incienso perfumando nuestra aspereza, buscamos refugio en las viñas del Duero, y brindamos por nosotros. Pucela, Pincia, Valladolid, te espera altanera y canalla, con esos aires de tuna tan de aquí. Para que, en ese juego de compartir, se fundan en uno las vides Riojanas y Castellanas. Vente, que le diremos hola al Conde Ansúrez, nos asomaremos a la torre de La Buena Moza, para decirle al sol que aún no se ponga por los pinar...
Atrapé uno de estos el sábado pasado, si, es una afición más de mi lista interminable, cazador de atardeceres. En ese momento no llevaba ninguna cámara, pero fue así más o menos. Sencillamente espectacular. Apareció por los cerros de Arroyo a eso de las 20.45 por la tarde y no tardé mucho en hacérselo saber a los seres especiales. Puede parecer simple, en teoría lo es, no es más que el típico paso del tiempo. O puede ser la ilustración en la bóveda de la senectud del sol, ¿acaso no hay cuadro más bello que este?. Un lienzo fugaz y caduco que tiene las horas contadas, hasta mañana, cuando alguien rompa el caballete y se líe a pintar otra muerte, no sabemos si igual, más o menos bella que la que nos ocupa. El deleite de este instante sólo está al alcance de personas con un severo entrenamiento en "pensamiento lateral", esa rama del raciocinio que nos invita a ver más allá de. Estoy cansado del pensamiento vertical, buscar en el otro lado de la frontera de la lógica...
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