- ...venga Carlitos, arriba, que tienes que ir con tu padre a poner los reteles... - - ...¿pero ha venido el tío...? - respondió a su madre aún medio dormido. Ir a por cangrejos era lo que más le gustaba hacer a Carlitos Setién las mañanas de verano, pese al madrugón que supone. El número de piezas que pudiera coger esa mañana estival pasaba a un segundo plano ante el acontecimiento que esperaba la familia Setién todos los veranos a mediados del mes de julio, la llegada del tío Marcial. Los Setién vivían en Layés, una pedanía campurriana cercana a Reinosa, de quién dependía administrativamente. La familia se dedicaba integramente a la ganadería, tenían varias decenas de cabezas de ganado vacuno, que, junto a la explotación maderera de una pequeña parcela, les permitía vivir sin ningun apuro. Carlitos Setién era el mayor de tres hermanos, nadie podía creer que ese chicarrón del norte pudiera tener tan sólo diez años. El aire de la montaña del Campoo curte y sana. En clase era un chico m
Y eso, eso de viajar a las estaciones, que sí, que decían que se podía, y vaya si se puede. --- Verano, como aquel día, cuando el sol, en todo lo alto, te hacía la ola en pleno mes de agosto. Y tú, elegante, oliendo a ganas y a brisa marina. Verano, como aquel día, ya con septiembre florecido, que me tiré sin red a todos tus acantilados. --- Y que sí, que no hace falta billete, bueno, sólo de vuelta. La cigarra y su hasta luego, el grillo, vuelva usted pronto, Y eso, que se viste el otoño, de kilómetros y de sábanas, de atardeceres y de cero tristezas. Otoño, la segunda primavera, triste para el que no se sabe divertir, y ese fresco que invita al abrazo y al meñique. --- Los días breves, las ganas y sus auroras, invierno en nosotros, pero ese invierno de Buenos Aires, ese diciembre con calor de verano, con postales de agosto. Ay, qué poco dura el sol, pero que bonita la luna en tus ojos. ¿Y la primavera? Vamos a encontrarla. ¡Va loca de soles y loca de trinos!
-¿En serio? -El qué... -Pues hombre, pagar 40 dólares por una foto de Los Girasoles... -En Los Girasoles siempre es verano. -Por favor, 40 dólares, eso es la compra de una semana. -En Los Girasoles, siempre es verano, insisto, Luanne, por favor. -Y si te asomas a la ventana un 3 de julio o un 15 de agosto también es verano, es más, es muy veranito, listito. La verdad es que los dos tenían razón. En Los Girasoles siempre es verano. Y si te asomas a la ventana un 15 de agosto, también. Luanne se resiste al almíbar, pero es incapaz de vencer a la cara de tontaina que le sale cuando se acuerda de esa fecha. El otro se pone de colores, generalmente rojo, tono vino tinto. Y la verdad es que bien. Siempre es verano para quién recuerda con una sonrisa lo que haya pasado en según que días. Está bien eso de gastar unos dólares en Los Girasoles, para cuándo venga la nieve y sea de noche ahí afuera, mirar la foto e inmediatamente viajar a mediados de agosto. Si lo piensan, no
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