Mutis (sin foro)

Los títulares de aquél día:
"Heraldo": última visita a Tio Vanja, hoy se despide Toni Valls.
"Diari": Toni Valls echa el telón a toda una vida sobre las tablas.

Toni Valls, era el nombre de guerra de Antonio Jiménez Valls.
Y ese dos de junio echaba la llave a más de...¿sesenta años? jugando entre la tramoya y el patio de butacas.
Toni Valls empezó muy jovén a dar rienda suelta a sus deseos y dotes para la interpretación, a la edad de veinte años,
recorría toda España con la Gente de Teatro de la Universidad, en este caso la de Barcelona.

Su cuerpo había sido testigo de mil y un sentimientos, desde la sonrisa de un payaso, hasta la lágrima de Juan Pallars en "Sola", pasando por
los clásicos, y por la recreación mil y dos veces de la poesía de Alberti y de Miguel Hernández.

Ese dos de junio se subía al escenario para dar vida a Tio Vanja, de Chéjov.
La crítica se había recreado en elogios y parabienes con Toni Valls, era un maestro, y qué manera de finiquitar su carrera que con Chéjov.

Esa tarde en el teatro fue como la seda, Toni Valls estuvo inconmesurable, único y magnífico.
La ovación de la sala se extendió por toda Barcelona, desee Collserola hasta el Puerto Olímpico, algunos vieron cómoCólón torcía su petrificado brazo para aplaudir a Toni Valls.
La ciudad se rendía ante el arte hecho carne en la persona de Toni Valls.

Pasó un buen rato hasta que cesaron los aplausos.
Las butacas pronto empezaron a quedar mudas y ciegas.
El telón de terciopelo rojo se derrumbó con una suavidad pasmosa.

Toni Valls apuró unos instantes su salida del teatro.
Esa era su noche, su última noche sobre las tablas.
Se tumbó en el suelo y empezó a recolectar en su camisa las gotas de sudor que había derramado esa tarde.
Le gustaba sentir el frescor de sus transpiraciones, también esas gotitas eran arte, su arte.

Tras un instante de juegos y de recuerdos, Toni Valls se incorporó.
Conocía el teatro cómo se conocía a si mismo, e incluso más, puesto que aún no tenía claro quién era y para qué estaba en este mundo.
Encendió uno de los focos y también dió vida al micro.

Empezaba la última representación de Toni Valls.

Poco a poco, con la sala vacía, empezó a interpretar el monólogo de su vida.
Se agarraba al micro con una fuerza titánica, cómo a un clavo ardiendo.
- "Dime tú, ¿qué hago aquí?...hablando para ti, para mi...para nadie.... - repetía una y otra vez Toni tenebrosamente. 

El tono de voz crecía con los minutos, a la vez que el cuerpo de Toni Valls comenzaba de nuevo a sudar.
Empezó a proclamar su discuro mientras caminaba titubeante por el largo del escenario.
Gritaba.
Gritaba mucho.

- "Soledad...soledad...¡SOLEDAD!.

La camisa del actor fue caducando, al mismo tiempo que sus gafas negras de pasta se sucidaban desde su tabique tirándose al escenario.
Sus manos se agarraron con fuerza a su pelo, mientras continuaba clamando al cielo sus versos.

- "Dios mío, díos mio....¡DIOS MÍO!.

Sus lamentos eran ya irritantes, su moral descendía al mismo tiempo que hincaba las rodillas sobre las tablas del teatro, de su teatro.
Entrelazó sus dedos rogando a...a quién sabe...que le diera un poco de cordura.
La cara de Toni Valls se iba tornando cada vez más gris, con un bonito epitafio sería un panteón perfecto.
Cristales de gafas rotos...restos de una camisa...y un hombre bailando con la locura, el tridente perfecto
de la obra de teatro del mundo.

Los lamentos de Toni se combinaban con lamentables idas y venidas de su cuerpo, ya tumbado, alrededor del pie del micro.
Era una imagen patética, sin duda alguna los críticos se hubieran deshecho en piropos con el monólogo de Toni Valls.

Pasaba de la severa lágrima a la risa esquizofrénica en menos de un segundo, un combinado explosivo, sin hielo, que iba
derechito y paradas, a las meninges de Toni Valls.

Se consumía poco a poco.
Lentamente, cómo el telón de terciopelo rojo de su última noche en el teatro.

En un último y desesperado intento por agarrarse a la realidad, Toni Valls se arrastró serpenteante y sudoroso
hacia las traseras del escenario.

La tramoya, la tramoya y el teatro, bendito sea el dúo.

El patio de butacas, vacío, hacía las veces de notario, dando fe a las últimas voluntades del genial actor.

La tela de araña de cuerda y soga de la tramoya sedujo a Toni Valls.

Se perdió en ese mar de nudos y cabos.
Se perdió en ese mar de la locura.

Pasajero sin billete, polizón a bordo.

- Disculpe caballero, pero sin billete no puede permanecer a bordo.

- ...no hace falta que me indiqué por dónde está la borda.