Blanco y violeta

No contabas con esa tarde, estaba fuera de tus planes, no la tenias anotada en la agenda.
Sólo se podía esperar y rezar, encomendarte por una vez en tu vida a algún dios.
A medida que pasan los minutos tus mucosas se van secando, lo que te obliga a ingerir todo el agua que te rodea para paliar tu sed.
El plan B para esa tarde es continuar con la novela que tienes entre manos, pero eres incapaz de concentrarte, lees dos o tres páginas, que tienes que volver a releer, no estás concentrado.

Intentas tranquilizarte, pero tu pulso en esos momentos está desbocado, la sangre explota en tu cuerpo, eres todo nervio, no cabe duda.
Y de tus manos, mejor ni hablar, se mueven temblorosas, casi patológicamente, no estás ni para robar campanas.

Enciendes la radio, la vuelves a apagar, para después volverla a encender.
No puedes estar atento a nada, te puede la tarde del domingo, esa con la que no contabas.

Intentas, solo intentas mandar un mensaje por el móvil, pero no sabes que poner ni a quién mandárselo.
Eres una marioneta que obedece entregado, como un lacayo al servicio del monarca, las órdenes de tus nervios.

Todo esto es inhumano, pero aún asi, te resulta placentero notar el vacío en el estómago.

Las ocho de la tarde, por fin, todo ha acabado.
Luis te manda un mensaje con el que rompes a llorar: "Somos de primera, ¡Viva el fútbol!".
Saboreas esas lágrimas, te saben a cielo.

Comentarios

Jordán ha dicho que…
así estaba yo ayer
Fernando García Pañeda ha dicho que…
Dices tú de fútbol...

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