CAFÉ

Me levanto todas las mañanas con la esperanza de verte ocupando parte del periódico.
Tengo la costumbre de consultar primero la programación de la televisión y de ahí hacia atrás, deteniéndome unos segundos es los obituarios del día.
En mi despacho tengo a mano unas tijeras, para recortar la esquela en la que salgas alguna vez como titular, seguido de tus familiares, esos que rogarán una oración por tu alma.

Mi aspecto a primeras horas de la mañana es un poco desastroso, sin afeitar, con ojeras, los ojos medio cerrados y con la mente aún en fase REM; sólo me despierta un café bien cargado.
Cada cucharada de café que echo en mi taza la saboreo cómo si se tratasen de tus cenizas.
Sólo me echo dos cucharadas, porque no creo que tu alma vaya a ocupar más en la urna que contendrá tu cuerpo.

Recuerdo, cómo si fuera la oración de todos los días, las palabras de Delibes en el hereje.
Puedo verte procesionar, con el sanbenito acusatorio, hasta el Campo Grande...en que hora desapareció la inquisición, en que hora.

De momento me conformo con esperar a que salgas en el periódico.
Con mis tijeras a mano.

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Deberes del taller

Comentarios

Fernando García Pañeda ha dicho que…
Un buen amigo, dicho de otro modo.
La verdad es que, tan directo y contundente, el texto impresiona.
Srta. M ha dicho que…
Con amigos asi, para que tener enemigos?

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