EL DE LAS CUATRO Y MEDIA

Louise es una chica bastante inquieta, muy observadora, la gusta...la encanta inventarse cuentos sobre la gente que ve cada quince días en el tren de las cuatro y media.
No así la Srta. Clemens, todo tranquilidad, exportadora de paz y de muy buenas vibraciones; siempre pide el asiento 2V (ventanilla).

El trayecto hasta Missoula es largo, las manecillas del reloj peregrinan hasta la hora de llegada con el paso de un inválido.

- La lectura es un buen pasatiempo - opina Anne Perkins - pero voy a echar un vistazo a los paisajes - dijo antes de girar su asiento.

El convoy atraviesa con todo el tiempo del mundo Wyoming, de hecho hay testigos que aseguran ver a la locomotora echar la vista atrás, como si no quisiera llegar nunca a su destino; extraña melancolía.

Son ya más de las cinco y cuarenta de la tarde.


- Perdone...perdone...señor.... - bisbisea Louise.
- Oh, disculpe.
- ¿Tiene hora?.
- Oh, si, disculpe, son las cinco y cuarenta y seis.

La misma escena.
Los mismos protagonistas.
En el de las cuatro y media.

**********

Y yo añado: gracias dios* por crear a Hooper.

*Puede usted elegir el dios que quiera apreciado (ada) lector (ora).
En efecto, dios con minúsculas.



Comentarios

Fernando García Pañeda ha dicho que…
También yo le doy las gracias. Si no, nos hubiéramos perdido este relato.

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