Y ME HARÉ UN COLLAR DE PERLAS
No sabes lo que te mueve a hacerlo, pero lo haces.
Sabes que no es necesario, pero no puedes pasar un dia sin probarlo.
No te gusta, es más, lo aborreces.
La primera vez que lo probaste, cuando eras muy inocente, pudiste sentir tu tráquea estremecerse.
Lo pasaste realmente mal.
Notaste cómo tu boca desaparecía, los dientes se iban consumiendo con cada trago.
Pero lo hacías, y lo haces.
Se te escapan las lágrimas, el escozor en tu pecho es insufrible.
Tu espejo asiste callado a las muecas más horribles que un ser humano puede mostrar.
Cuando acaba ese suplicio te sientes bien, relajado, apenas te queda sangre en el cuerpo.
Termina la tortura.
Hasta mañana por la noche, cuando vuelvas a hacer tus gargaras con enjuague bucal.
Sabes que no es necesario, pero no puedes pasar un dia sin probarlo.
No te gusta, es más, lo aborreces.
La primera vez que lo probaste, cuando eras muy inocente, pudiste sentir tu tráquea estremecerse.
Lo pasaste realmente mal.
Notaste cómo tu boca desaparecía, los dientes se iban consumiendo con cada trago.
Pero lo hacías, y lo haces.
Se te escapan las lágrimas, el escozor en tu pecho es insufrible.
Tu espejo asiste callado a las muecas más horribles que un ser humano puede mostrar.
Cuando acaba ese suplicio te sientes bien, relajado, apenas te queda sangre en el cuerpo.
Termina la tortura.
Hasta mañana por la noche, cuando vuelvas a hacer tus gargaras con enjuague bucal.
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