MIRADA SERENA

- Cómo tus ojos.
- Ay...calla, no digas tonterias.
- Me enamoré primero de ellos, después viniste tú.
Y era verdad, sus ojos habían sido protagonistas de versos infinitos llenos de golosina, más tarde, un pintor con buen pulso, les coloreó de verde.
- Sabes que soy tímido, pero a escasos centimetros de ti no puedo callarme...
- Calla, tonto - interrumpió mientras se ponía más roja aún.
- Perdí la fe hace tiempo, pero gracias a ti, bueno a tus ojos - decía mientras reía- ahora soy un disciplinado creyente.
- No sigas, voy a explotar de rubor en pocos segundos.
La arena del reloj se fue volviendo poco a poco más viscosa, los granos tenían serias dificultades para pasar por el estrecho cuello de cristal que les separaba de su oficio horario.
Oscura era la noche, cómplice de los besos, y la luna en todo lo alto, testificando con su presencia el feliz momento.
- Me quieres.
- ¿Es una pregunta?.
- Ahora recuerdo que tus abuelos - decía ella entre carcajadas - eran de Mondoñedo.
- Si te quiero, lo sabes.
- Ay...
- Te quiero besar.
Comentarios