Dos soles y un lazo rosa



Dos días seguidos, con un poco de trampa, todo hay que decirlo, ganando al sol.
Arriba, arriba, deprisa, deprisa, hacia dónde nacen los Torozos.
Es como el noveno de hace días, pero aquí hace frío y estoy solo, relativamente.
Sin gafas, pero conseguí ver la ventana verde del nueve A.

Y allí, a esas horas, cuando no han pasado los señores colchoneros, está ella cumpliendo años mientras duerme.
Pronto darán las nueve, el sol no ha salido, me anoto dos puntos en la casilla.

La lucha sigue, tenía ganas de ver esta situación, y me encuentro al sol, tallado en piedra, echando agua por un caño.
Ella no sabe que hago estas cosas para mirar azoteas.

A esas horas, luceros del alba pastando, están los tejados de verdad.
Las primeras luces de las casas te dan los buenos días.
Te imaginas lo que hay detrás de cada bombilla.

Ella, mientras tanto, ya con veintitrés patitos, duerme.
Me bajo corriendo a casa, que aún me quedan unos cuántos kilómetros y charcos.

No vaya a ser que se despierte y la dé por asomarse a la ventana del noveno, y me pille.

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