Tirwal Turiolis Teruel



"Las ciudades sobre los rios son ciudades aladas" Henry David Thoreau


Veo a los ríos Alfambra y Guadalaviar, bravos tras las nieves, vivos en su agua; concebir el cauce del Túria, que se hará Mare Nostrum.
Subo los escalones de la Torre del Salvador que nos invita a parar las manecillas y hacernos uno con el paisaje; Javalambre pintado de blanco y de frío, con San Martín en el norte haciendo reverencia a Santa María de Mediavilla.

El múdejar se reparte por las calles y plazas de la casa del Torico del Ángel, adornando con tres culturas los rincones de la ciudad.
Las estrellas de ocho puntas hacen el cielo en la tierra.
Leyendas en cada baldosa, en cada paso; el llanto de Isabel de Segura al ver morir a su amante, la tristeza del perdedor de la famosa apuesta de las dos torres, el toro coronado por la estela que dijo: "aquí".

Noto la presencia de un enorme cubo de hielo sobre nuestras cabezas, el aire opaco, afilado y nevoso, entra por los pulmones como un estilete, respirar en frío duele, sangra y sana a la vez; cada inspiración es llanto mudo, que se hace oír en los ojos vidriosos.
Se pierde la vista en el paisaje que se crea al conjugar monte, frío y mudéjar.
Al dar las siete en San Pedro, la ciudad dice adíós al día siete de las marzas, se va la luz tras los Montes Universales.
Parece, sólo lo parece, que Teruel muere y calla en ese instante.
Un juego ordenado de luces, resucita y da voz al silencio.






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