Flores en Das Antas

Lisboa amanecía otra vez a oscuras en pleno mes de abril, una espesa niebla cubría toda la ribera del Tajo, la luz hacía días que no se dejaba ver por Pombal.
Días de penumbra, de fuego y de muerte, que Rui miraba desde su ventana sin comprender muy bien lo que estaba pasando.

Asomado a la cocina, intentaba descifrar los vaivenes de los soldados, las concentraciones del pueblo, las carreras venenosas que se sucedían calle arriba calle abajo.
El mes de abril pasaba con pena y sin gloria por el calendario, la espesura del alma de la ciudad seguía pintando de negro y cenizas el cielo, convirtiendo las aguas del gran río en el espejo de un trágico final.
Rui no quería o no sabía que decir, su idioma aún no dominaba la palabra "progresso" que salía furtivamente de la habitación de su hermano Paulo.

Lisboa seguía callada, vestida de gris, los días se hacían largos, muy largos, las casas y la gente formaban un espeso bosque de ánimas que malvivían sin ver la luz, con la cabeza mirando al suelo desde que amanecía.
Los geranios que se asomaban a la rúa eran los únicos salvavidas bermellones que auxiliaban a la ciudad de no morir joven, sin apenas disfrutar de la vida.

Los pobres encontraban en las macetas las casas que nunca tuvieron, pero un sólo vistazo a esas estrellas perfumadas, bastaban para sentirse reconfortados, un hogar de salvia con techos de estambre.
Rui se asomaba todos los días a la calle desde la cocina, contando los geranios de color rojo que desafiaban a la oscuridad a lo largo de la Rúa Das Antas.

Una pequeña revolución vegetal que comenzó a verse secundada por la revuelta de los manteles, que las madres agitaban al alba, a la calle, con toda la energía del mundo, a modo de velas de una fragata Portuguesa que tenía que buscar su rumbo.

Lisboa revuelta, firme y rebelde, reunió su fuerza presente, un ejército de flores y balcones, que la voz del comandante gritó Grándola, Vila morena, provocando un monumental terremoto que asoló los grises del cielo.
Rui Mendes lo vio todo desde la ventana.

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