El Plan B


Corre paralelo a lo que sucede a lo largo del año.
Un paso detrás de otro, este más rápido que el anterior, más lento que el siguiente.
El ritmo es frenético.
Mira hacia atrás, intentando , sólo intentando, recuperar las hojas de la agenda que se han ido cayendo por las manecillas del reloj.
Las horas perdidas, que ya no volverán jamás, nunca, ni en sueños, ni pensarlo.

Corre a lo largo del plan A, pegado a un inmenso muro de cristal de varios metros de grosor por el que se ve el otro plan, el plan B.

Corre y corre más deprisa, hasta desfallecer, coger impulso y saltar al otro lado del muro.

Mirar a la izquierda.

A la derecha.

A la espalda.

Ocho ojos en la cabeza, creando la visión paralela, inventando la quinta, la sexta, la N dimensión.
Todo bajo control, aunque las zapatillas ardan, pese a que los talones se descarnan poco a poco de pulir el asfalto a velocidad de crucero.

Mirar hacia delante, sin perder de vista el plan B.

Lead the way.

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