Tetramorfos - La danza del tiempo



Sé que es por culpa de vivir intensamente.

Pero no puedo hacer nada para remediarlo, tampoco voy a tratar de arreglarlo si es que hubiera alguna técnica.

Ana sabe que esto se acaba, mejor dicho, que esto se acabó en cuánto supo mi modo de vida.

Mis horarios, lo sé, son anormales, impropios de un casi hombre de diecisiete años, pero yo, cómo buen hijo y buen nieto, sigo al pie de la letra la máxima que ha enarbolado mi familia, y que aparece en el escudo de los Salvador desde sus raíces “debitum in tempore”.

El hecho de vivir a ciento noventa pulsaciones me ha convertido en un personaje más bien solitario, mi día a día es una carrera de fondo a más de veinte kilómetros por hora, en la que sólo he podido encontrar a, contadas, seis personas que puedan y que podamos soportarnos este ritmo frenético de vida.

Sé y sabemos que no es lo normal, pero cada día que pasa somos un día más viejos, lo que no hagamos hoy no lo podremos hacer al día siguiente.

Somos jóvenes, con diez litros de sangre en el cuerpo y mucha energía, más de la que en teoría tenemos.

Si.

Ya, lo sabemos.

Este ritmo, no.

Moriremos jóvenes.

Pero más felices que vosotros.

Y mucho más que tú.


Una danza para la música del tiempo

Nicolas Poussin

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