De hechizos y colores.


Y así, cruzando la delgada línea entre la escarcha y el almendro, como cada año, despuntó acabando marzo.
Cascadas de colores desplegaban con toda su potencia a lo largo y ancho del meridiano.
Las horas ya se hacen más horas.
La oscuridad, menos oscura.

¡Ay!, pero...siempre hay un pero.

Ahí arriba, esos dos siguen malditos para la eternidad.
Hechizados por quién sabe, condenados a verse cuando sale el uno o se pone la otra.
Y así hasta que vuelva a estallar el universo.

Pero aún, el sol y la luna, confían en el juicio de la primavera.

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