Corrientes circulares


Hasta las aguas mansas se volvieron temblorosas.
El canto del vencejo tronó más bello que nunca.
Estruendo del horizonte.
Y aquella canción de Sidonie que se repite en bucle.
El cielo se parte en dos.
En tres.
En cuatro.
En sesenta trozos.
En sesenta rayos de sol y en sesenta colores diferentes.

Lucha de gigantes.
Morfeo contra la luz.
La noche eterna.
Y otra vez suena Santi Balmes.

Bendita la guerra infinita del día a día.
La batalla más bella jamás contada.
Y el llanto amargo del sol, en el sótano de su horizonte.

La pena más bonita nunca pintada.
Separados para siempre.
Amor infinito.

La luna, ¿por qué esta pena?
El sol, ¿cuál es mi pecado?

Y un cosmos que se afana en su bondad,
para que el día menos pensado,
sean uno.

Y otra vez la canción de Sidonie en bucle.

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