Plomo

 
Si, lo volvería a hacer.
Aunque los trámites en el juzgado y el papelón cuando lo del divorcio es la parte más pesada de todo esto.
Pero sí.
Lo volvería a hacer.
 
Y todavía hoy mi hermana, tiene el coraje de decir que he aguantado poco, que si el amor lo puede todo, que si citas de la biblia y libros del Coelho, el tío más almibarado del mundo.
Coño sabrá ella y el otro.
 
Me viene a dar consejos una señora, porque es una señora, de treinta años con pintas de cincuentona de las malas, con cuatro hijos que se pasa el día en casa.
Sabrá ella lo que es amor, que se casó por moda.
 
Que me digan a mi lo del amor, que dejé todo en Vancouver para venirme a no sé que sitio de Minnesota.
Todo es todo.
TO-DO
 
Y de esto han pasado ya veinte años.
 
En Silver Bay estoy bastante bien, la verdad sea dicha, no es Canadá, no es la misma manera de ver la vida, pero bueno, ya me he hecho un hueco.
 
Pero yo soy de la hoja de arce, eso si que lo llevo en la sangre.
Sangre rojiblanca y que habla un poco de francés, cosas de que tu madre sea de al lado de Quebec.
 
Si, lo volvería a hacer.
El papel de viuda plañidera loca me está quedando para estatuilla.
 
Si, lo volvería a hacer.
La cara que tenía el cabrón ese en el cementerio antes de darle tierra y flores merece mucho la pena.
 
Merece tanto como una vida.
La mía.
 
Mi hermana no tiene ni idea.
Y cada día está más gorda.
 
 
 
 


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