Café en la luna de agosto

- Sí, dígame caballero.
- Disculpe, ¿pero este café de dónde viene?
- ¿No le ha gustado?
- Al contrario, está exquisito.
- Oh, muchas gracias caballero, la verdad es que Philipe tiene una mano de cristal tostando café.
- Sencillamente brillante.
- Ah y también el producto, viene desde Colombia, dos veces al año, a bordo del Sucre.
- Por favor, tenga y dele esta nota a su compañero Philipe.

"Escribo estas letras que eran grises al compás del humo de este café.
La noche es fabulosa, hace un agosto estupendo en estas coordenadas, estaremos a unos veinte grados aquí en la terraza, apetece ponerse una chaqueta y seguir escribiendo desde mi dudosa atalaya.

Al remover la cuchara en la tacita he despertado el aroma y el olor de los recuerdos,
sabor a hogar mientras el humo de este café caliente colorea letras, cabeza y corazón.

No sé como explicarlo, solo le digo amigo o amiga, que gracias por insuflarme este bendito y oscuro suero de la vida.

Un sorbo me devuelve a mi juventud en el liceo.
Dos a mi niñez, con mi abuela haciendo hogar entre pucheros y besos.
El olor me regala un pasaporte a las ganas de todo.
Café caliente, que devuelve a la vida a un cuerpo que rozaba el rigor mortis.

Amigo o amiga, no sé si tendrá usted que ver con las estrellas de azúcar que adornan el cielo de esta noche.
Pero le doy las gracias de antemano.

Gracias por el billete de vuelta.
A mi vida.

Brindo por ustedes"

- ¿Ha escrito usted esto?
- Sí, disculpe la osadía.
- Pero tanto por un café...
- No, no es un café.
- Bromeaba, amigo, hace 5 años estaba yo ahí sentado.

---

(también vale para culacaos)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Palabra de Dios(1) - Los días de colegio

Concerto nº2

Veranos de 40 dólares