Café del Sur



Han pasado más de veinte años, bueno, la verdad es que no sé qué verano fue el de Port Aventura, noventa y algo, el de la inauguración.

Si, puede ser.


Yo no mediría más de metro cuarenta, pero aún así pude montarme en el Tutuki Splash y en la barca esa gigante que me provocó más de una náusea durante y después del meneito.

Y de repente, una luz en forma de loro de colores cogió fuerza dentro de mi.

Recuerdo que mi padre, antes de ser uno con el vacío, convertía mi cama en un catamarán de cañas con las sábanas de vela y me leía cuentos de Corto Maltés.

Ni él había estado en Polinesia, ni ubicábamos bien Bora Bora, pero todas las noches convertía mi habitación en los Mares del Sur.

Bueno, es que aún puedo escuchar el sonido de las olas que hacía mientras me soplaba en la cara.


Lo de Port Aventura, inolvidable, me tocó la patata; de hecho creo que mi padre era el que me salpicaba en el Tutuki.

Mi adolescencia fue más o menos normal, leía mucho, suspendía pocas, alguna novia más o menos interesante, mis partiditos, mi banco con la cuadrilla y unas pipas para arreglar el mundo.

Al poco de empezar Historia en la universidad probé la tinta, mi madre no me dijo ni mu y llevo para siempre en el antebrazo derecho una tortuga así rollo Polinesia que me dibujó mi señor padre hace unos cuántos veranos y unos cuántos catamaranes.

No me acababa yo de ver dando clases de Historia, la verdad es que acabé la carrera por acabar, las clases eran cloroformo, menos la de Historia Medieval; eso de ver como las reinas meneaban la campanilla y aparecía su asistente con dos kilos de tostadas de la época me resultó muy curioso.

Pero la verdad es que tenía más la mente en partir cocos que en estudiar armaduras y aspilleras.


Dime loco, pero le debía una a papá y a nuestro catamarán.

Mi madre sólo me dijo que le trajera un imán bonito, pero aún no se lo he dado, el billete de vuelta se me está haciendo cada vez más cuesta arriba.

Total, que en junio de hace cinco años y casi con lo puesto, me vine a ver esto de los Mares del Sur.

A ver, sí, maleta me traje, pero no una cosa bárbara (aclaración)

¡Qué capullo mi padre, lo había clavado todo!

Cada playa, cada casetilla, el sabor de los cocos recién cortados.


Vine por un tema de la asociación entreculturas que pedían voluntarios para dar clases de Español, la idea era venir un verano.

Pero ya van varios veranos.

Con sus bonitos otoños.

Sus inviernos del revés.

Y sus eternas primaveras.


Casi todo es tal y como me lo pintaba papá todas las noches.

El olor de Bora Bora.

Las palmeras gigantes.

Ese sol del sur que invita siempre a la vida.

A la VIDA con letras capitales.

Si, hay imanes bonitos, pero ya habrá tiempo de volver un momento a casa a decir hola y regresar.

¿Por dónde iba? Ah si, el sol del sur.


Trabajo siempre va a haber.

¿Te acuerdas del famoso chiringo que un día de verano ideamos?

Pues ya tiene hasta wi-fi.

Voy poco a poco conformando la realidad de esas letras que un día escribimos.

Y el negocio es bien sencillo, hamacas sobre arena fina, combinados con mucho coco y un servicio de alquiler de tablas de surf.

Lo del wi-fi es por lo del tele trabajo, que sé que en España andáis a vueltas con esa historia.


Te decía eso, que está ya todo listo para cuándo vengas.

Si, un sí rotundo, esto es tal como te lo imaginas Luanne.

Es un planeta dentro de otro.

No hay koalas, pero si unos guacamayos bien bonitos.

Hay uno que se llama Pancho que está en el bar todo el día metido.


Pues eso.

Que tú avísame con un mes o así de antelación para mandarte el billete de ida.

Lo de la vuelta...bueno, vamos viendo.

Esto se parece un poco al paraíso, es mejor que Hawaii eh, pero bueno, entiendo que en Honolulu quieran barrer para casa.ç


Los Mares del Sur buscan su Nemo.

Este sol eterno y esta arena, buscan cuerpo fino al que mecer.

Alguna palmera que otra te quieren de pareja de baile.

De la música en Nunue ya se encarga el viento.

Menos en noviembre, que viene Taburete en acústico al bar.

Hay chocolate, un avión semanal.



De lo demás.

Nada.

Tú quítate las sandalias y haz sólo una cosa.

Disfrutar.

Que ya viene la luna de este otoño y nos quiere ver felices.

Y la verdad, que vas a estar muy bien en este sofá.



‘A ‘oa’oa !

(y gracias papá)

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