Izal, caramelos y una de radios.

Siempre es verano.

Da igual que el calendario ya se vista con una colosal O de octubre.

Da igual que el sol amanezca tibio y se acueste a las ocho sin ganitas.

Eso sí, deja atardeceres de cinco estrellas en trip advisor.

Siempre es verano.

Siempre es verano en aquellas almas que así lo viven.


No, no necesariamente tiene que hacer solecito e ir a la playa, pero a veces pasan cosas más allá de la típica sombrilla de playa o de la piscinita.

Verano y septiembre es esa especie de tránsito entre un ciclo y otro, en realidad es el año nuevo de todos, aunque nos quedemos con la gaita de las doce uvas y el vestido de la Pedroche.


Septiembre nos da nada más y nada menos que treinta días para hacer y deshacer lo de todo un año.

Y a las doce de la noche de hoy, doce besos por guasap y pistoletazo de salida para un año que ya empieza.

Septiembre, sí, pero vamos a irnos unos días atrás, justo cuando agosto se pone el pañuelico rojo y se pone bien perdidico de vino.


Ahí también pasan cosas, a veces no todas las que tenemos en la imaginación, pero...

Pero ahí está nuestro ya querido septiembre, para coger una hoja de papel y doblarla otra vez en dos y hacer coincidir las partes.


Por un lado: varón de buen aspecto, con restos de canismo y también residuos de vergüenza. Viene con pendiente y unas pocas tintas por su cuerpo. Es vergonzoso al principio, pero luego tiende a soltarse y crear incendios.

Por el otro: mujer de cuerpecito de ensueño, de mirada intensa y cinto blanco-azul en defensa personal. No suele ser de sorpresas, pero le gusta que le pinten letras en un blog. Viene con un postit que dice "bésame gilipollas". Muy de incendios. Muy de magia.


Y eso.

Que le dice agosto a septiembre:

-Son tuyos.

-¿Míos?

-El tontolhaba ese no ha tenido valor para escalar esos labios, pero veo que hay más que conexión.

-Déjame a mi y tu ponte a recoger sombrillas, aprendiz de mes.


Y cosas de la puta magia y de la puta radio que tienen encendida.

Aquí los tenemos.


Más claros, imposibles.

Las ganas de verse caben en un planeta, igual que el respeto.

La comprensión se aloja en la bodega infinita de esa nave espacial que tienen, se la hicieron a base de envoltorios de sugus de piña.

Arden tan bien y tan bonito que son la envidia de la parte más celestial del infierno.

Se gustan, pero se gustan bien, sin marear perdices pero pensando en los Mares del Sur.

Podemos decir que se encantan, pero sólo si va el "puto" antes.

Se visten de gominolas y de intentos de peli.

El uno intenta cantar a Izal.

La otra sonríe al otro lado.

Se perfuman con el sudor de sus batallas.

Sólo quieren la felicidad, sin importar calendarios y sin las prisas.

Saben que arder de repente es chamuscarse.

Mejo a fuego lento.

Como esos soles de verano que viven dentro de ellos.


Por eso.

Por eso siempre es verano.

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