Vita senza orologi

Roma seguía su curso.
Todo bien por el Tíber.
Rómulo y Remo.
Remo y Rómulo.
Muchas "erres" para ser un viernes.
La loba en su pedestal.
San Pedro en su particular parra de piedra.
Ay, cuántas "peses"

Roma seguía su curso.
Salvo para Enzo, que se negaba a ir en moto por el centro.
Tampoco era de tirar monedas a la fuente.
Ni de expeler un inmenso OH a los pies del Coliseo.
Mejor ponerse de puntillas, ir más allá.
Y lo bonito que es mirar azoteas.
Dichosos Romanos, siempre mirando al suelo.

Roma seguía su curso.
Su curso lineal.
Impasible, a veces tétrico.
Anonido con tonos entre gris y muy gris.
Enzo sabía que hay esperanza.
A día de hoy lo sabe.
Enzo sabe.
Si, mejor en presente.

Él, el de los esguinces de corazón sin avisar.
El de la bola de cristal.
Aún recuerda con cierta sorna la última.
No dijo nada, excusa de manual y a vivir a la Toscana.
Florencia no se merece eso.
David se ha puesto hasta moreno.

Roma ya no sigue su curso.
En un mágico revés.
Las piedras son menos piedras.
Rómulo pasa de la loba.
Y si cierras los ojos, podemos reconstruir el Coliseo.
O también pintar de verde el Tíber.
Comprarnos un Trastevere.
¿Una moto?
Mejor dos, pero las que no quiera nadie.
Ya iremos a la tienda de Francesco a por lo último en pinturas.
Previo paso por Otello, que me han dicho que han cambiado la carta.ç
Hacen no se qué plato con coco dulzón que...ojo cuidado.
Espera.
Que antes hay que brindar y tirar las copas a la fuente.
Pero una copa.
Que luego los relojes se nos vuelven locos.

Y la vida...
La vida mejor sin reloj.

Baci bella :-)


-------------

Historias de viernes de septiembre.
Viernes de remontada.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Palabra de Dios(1) - Los días de colegio

Concerto nº2

Veranos de 40 dólares